12 diciembre 2008

La ilusión de un nuevo acuario

Hay pocas cosas en mi vida que me hagan sentir como un niño. Quizás, el Día de Reyes aunque ya sepa cuales son los regalos, comprar libros porque me recuerda a cuando iba con mi padre a una librería, estrenar zapatillas porque nada me hacía más ilusión cuando era un crío que lucir calzado nuevo; como veis, todo esto me hace ilusión porque me recuerda a mi infancia. Ahora, no es que no haya cosas con las que me ilusione pero es que es una sensación distinta. La ilusión infantil es esa en la que tus ganas por algo siempre están supeditadas a los deseos de otros, ya sean tus padres, familiares o los Reyes Magos, y esto hace que tengas aún más necesidad de tener ese algo. Cuando te haces mayor, tus ilusiones te las buscas al momento y sólo dependen de ti para que se hagan realidad. Si quieres algo, lo compras o ahorras para ello, si te gustaría ser médico, veterinario, abogado o profesor, pues estudias para conseguirlo; pero con un acuario volvemos a la infancia porque, en casi todos los sentidos, no depende exclusivamente de ti tenerlo.
Lo primero es buscarle un sitio adecuado en tu casa, cosa difícil porque los arquitectos diseñan las casas para vivir no para mantener cíclidos del Tanganika. Luego de haber elegido el sitio, te tienen que dar permiso tus padres, novia/o, compañera/o, mujer/marido para ponerlo allí. Una vez con la licencia de obras, llega lo más fácil porque depende enteramente de ti: comprar el acuario y accesorios requeridos y llevarlo todo a tu casa. Y digo que depende de ti porque nadie te ayudará económicamente ni, por supuesto, en el traslado. Una vez el acuario en casa y funcionando, llega lo más difícil pero, a su vez, lo más bonito, pensar en los peces y la decoración que tendrá nuestro acuario. Esto se suele ir rumiando mucho antes de tener el "ok" para el acuario pero no es hasta este momento cuando las ideas empiezan a tener consistencia. Ahora, tu nivel de ilusión se dispara porque ya vez el final, sólo nos queda comprar los cíclidos deseados, cosa fácil a priori porque disponemos del dinero que de forma tan previsora hemos ido ahorrando. Pero, se interpone entre nosotros y nuestra ilusión, la disponibilidad de los peces del Tanganika siempre difíciles de conseguir. Nos da igual, seguimos con ahínco para llegar a nuestra meta; rebuscaremos por Internet, preguntaremos a otros aficionados, consultaremos listas de importación de peces, para al final conseguir nuestros ansiados peces. Cuando esto por fin ocurre y tenemos a todos nuestros queridos cíclidos nadando en el acuario, es el momento de sentarnos delante de él, disfrutar y sentirnos como niños con un juguete nuevo porque al fin lo hemos conseguido. Si a esto no se le puede llamar ilusión, no sé que será.

2 comentarios:

  1. Impresionante tu post...
    Me he partido de la risa con tus giros... muy bueno, jejejeje eres un crack
    Un abrazo enorme

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  2. Me encanta que te guste, jiji

    Un saludo

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